TOKIO resulta ser una película chiquita, tierna y auspiciosa si se piensa a los adultos en seres aptos para enamorase como si fuera la primera vez. Maximiliano Gutiérrez, el director, busco a dos actores convocantes: Graciela Borges (singular belleza, fina hasta para putear) y Luis Brandoni (creíble y adorable cuando dice "pensé que el problema era yo y no la ubicación geográfica).
Pequeña y predecible participación de la "pequeña" Guillermina Valdez.
La historia se centra en dos almas solitarias, con muchas derrotas a cuestas que se encuentran, sienten dudosa afinidad, coqueteo y seducción eternamente vista.
Pero si algo rescatamos de la película es que nos abre la puerta para ir a jugar y todavía podemos soñar con los buenos gestos y tratos que tanto hacen falta en la sociedad actual.
Tokio ( al igual que Rosario) siempre estuvo cerca.
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