Pájaro Negro, la comedia dramática que podemos ver los sábados de junio en La Sonrisa de Beckett de Entre Ríos 1051 en Rosario, es mucho más que una obra que pueda definirse en un sólo género; por momentos asociaremos a algún personaje con la mujer al borde de un ataque nervios en un síntoma muy de Almódovar o bucearemos en la película de Hitchcokc o tal vez sentiremos el desamparo de la letra de la canción beatle. El protagonista de la obra; Rene vive en un mundo retraído, maquilla muertos y tiene un amor platónico, no queda muy claro porque se aleja de la familia, pero se intuye que con una madre moribunda y una fortuna por heredar, el clan conservador dista de este gay que tan bien luce Nacho Morales con su estética de tatuajes y un look sumamente acorde y vital que se contrapone a la escenografía, un sitio desvastado, solitario y desamorado: El nido de un Pájaro Negro.
Capitulo aparte para la Tía Célica, mujer encarnada por Pablo Vecchio, excelente y exacerbada, con mucho texto perfectamente interpretado y haciendo referencia a clásicos, frases hechas, humor negro y salidas desopilantes.
Cada personaje hará un paso de musical, así cada quien tiene su canción. La fusión de géneros teatrales es otra de las particularidades de Pájaro Negro.
Lucas Suárez tal vez sea el menos complejo de los mortales, sabe como seducir y lo hace valer.
Las mujeres de la obra; Jimena Basterra ( Patricia), hermosa y protagonista de una bipolaridad marcada alertará con su taconeo a la platea. En tanto Micaela Migliore, otro aporte bello y homogéneo en lo actoral, participa en el fuera de escena con mucha altura y desdobla personaje
(enfermera católica y escribana)
Se suceden risas y aplausos, el humor negro tiene un lugar exquisito en el texto. No es casual que Nicólas Pérez Costa, también director, pueda pintar de oscuro relaciones y momentos.
La Moraleja esta más que clara. todos tenemos un precio y ante el dinero somos todos iguales

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