Julio Cejas ( Beltrán) es el hombre de la casa, inestable en su carácter y con un dominio violento de algunas situaciones e iconos (el perro, los tiros, lo que genera miedo); logra un personaje creíble y sostiene el suspenso con relatos de su propia historia y sus actitudes.
Andrea Lopez Mediza (Paulina) aborda un gran reto con este papel: la mujer que viene a ocupar el lugar de la madre, la que quiere que la quieran, que resigna pero también exige, que cambia el vestuario para cambiar de tono y de la dulzura llega al gesto de la desesperación.
Patricia Pareja (Aurora) es la hija y desafía las reglas de lo convencional, porque lejos esta de ser una menor, sin embargo caen en ella los objetos que conectan con el pasado o la génesis de la ficción.
Los tres personajes coexisten y se confunden, el texto es sumamente atrayente y plantea metáforas, permite varias lecturas y comparaciones con procesos históricos y cotidianos. La dirección de George de Bernardis es precisa, se sostienen los tonos, genera incomodidad y hace que los actores demuestren su virtuosismo y se luzcan magnáninamente.

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